Se
consideran quemaduras a aquellas heridas más o menos extensas que, producidas
por el calor, los líquidos cáusticos o los gases irritantes, comportan un
importante riesgo de infección, tanto mayor cuanto más extenso sea la
superficie lesionada.
Gravedad de las quemaduras
Las
quemaduras se evalúan según su extensión, localización y profundidad, su
extensión se mide en función del porcentaje del cuerpo que afectan. Una regla
simple para evaluar la gravedad es la siguiente: leve si la piel quemada es
inferior al 15% de la superficie corporal; moderada si está entre 15 y 49%;
grave si la superficie quemada alcanza y supera al 50% de la piel.
La
localización es también importante: las quemaduras de cara, ojos, cuello y genitales,
son más serias que las del resto del cuerpo; las quemaduras que abarcan todo el
perímetro de una extremidad pueden ser potencialmente graves, por la
constricción a la que puede dar lugar.
El
tercer parámetro para la evaluación es su profundidad: las quemaduras pueden
ser de primer grado si afectan la capa superficial de la piel, causando un
simple eritema o enrojecimiento, como el caso de las quemaduras tras la
exposición al sol, en las que la piel se vuelve roja pero sin ampollas. Son de
segundo grado si además del enrojecimiento se producen ampollas. Las de tercer
grado son las que afectan a todas las capas de la piel, destruyendo a todas las
terminaciones nerviosas sensitivas, y dejan la piel blanca y sin sangre, dura
como cuero.
Cómo tratar quemaduras de segundo grado
1. Enfriar y lavar la parte afectada con
agua del grifo, procurando no reventar las empollar. Acto seguido, aplicar una
capa de crema hidratante o pomada especial para quemaduras, y gasa estéril.
2. Al colocar la gasa estéril no utilizar
algodón ni ningún tipo de tejido que pueda dejar hilos.
3. A fin de sujetar el apósito con un
vendaje, dar dos vueltas alrededor de una zona próxima no afectada.
Comentarios
Publicar un comentario